jueves, 25 de junio de 2009

Maestro Andaluz

Federico Garcia LorcaImage by cod_gabriel via Flickr

Hace ya bastantes años, y gracias a la afición de mi padre a las lecturas más diversas, tuve la oportunidad de leer por primera vez las Obras Completas de este gigante de las letras en una preciosa edición de Aguilar (Recopilación y notas de Arturo del Hoyo, prólogo por Jorge Guillén, Madrid, 1954) de la que aún recuerdo sus páginas ultradelgadas, sus lomos de piel marrón y las letras doradas con el nombre Federico García Lorca.

En dicha edición venían también dibujos del gran poeta de Fuentevaqueros, sus obras de teatro, su prosa, sus inigualables poemas. Desde esa lectura ya remota la voz de Federico me ha acompañado siempre con su melodía tan española y su armonía profunda de poesía maestra, una de las mejores-si no la mejor- expresión poética de la España del Siglo XX.

García Lorca maneja una imaginería poética muy propia, llena de paisajes, insectos, animales y figuras de la idílica vida rural de una Andalucía gitana y morisca, al mismo tiempo que profundamente española. Sus agudas observaciones de los diversos lugares que visitó las plasma magistralmente en "Impresiones y Paisajes", pinceladas de diversos lugares y tiempos retratados para la eternidad por su pluma ágil, fotografías exactas hechas con letras. Me atrae particularmente "Jardín Conventual".

Su obra teatral, aún no siendo tan extensa, tiene la calidad indiscutible del oficio de escritor que le sobraba a Federico. No puedo decidirme entre "Yerma" y "La Casa de Bernarda Alba", ésta última por alguna oscura razón me recuerda a mi abuela Angela desde que la leí. Las palabras tienen ramificaciones insospechadas.

De su extensa obra poética es dificil escoger algo que sobresalga, hay tanta excelencia en sus colecciones de poemas que resulta dificil decidirse por uno de ellos, pero en mi caso soy parcial a su libro "Canciones", y en especial "Canción de Jinete", que evoca en mí una especial nostalgia y resume lo que ví de Federico cuando visité el rincón en el cual se sentaba a contemplar su querida Andalucía desde la Alhambra de Granada (Gracias, hermano Mario):

Córdoba.
Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.

¡Ay que camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay, que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.
Lejana y sola.

Si éso no es poesía, no sé que pueda serlo.

El uso de la figura de la muerte es común en muchos de sus escritos. Quizá en lo profundo de su alma su arte poética intuía la muerte inútil y odiosa que padeció en aquel fatídico 19 de Agosto de 1936 a manos de un grupo de fascitocatólicos falangistas cuyos nombres nadie recuerda ni quiere hacerlo.

Sus balas asesinas mataron un cuerpo. El poeta nunca ha muerto.
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2 comentarios:

  1. Tienes razón nunca mataron a Federico, el libro del que hablas me lo quedé yo. He de decirte que yo prefiero Poeta en Nueva York y el Romancero Gitano. García Lorca tenía una sensibilidad exquisita, y ya que andamos por aquellos rumbos sería importante que retomaras la amistad entre Salvador Dalí, Luis Buñuel y el admirado Federico.

    Saludos.
    GO

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  2. La brevedad de la nota me impidió hacer mención de esas amistades, y leí un dato curioso: Primo de Rivera, fundador de la Falange, era amigo muy cercano de él. También que la casa donde lo prendieron para asesinarlo era la del poeta falangista Luis Rosales. Como corolario interesante, H.G: wells envió una nota a las autoridades militares de Granada indagando sobre la suerte del poeta. La respuesta es una antología al cinismo:

    "Coronel gobernador de Granada a H. G. Wells.—Ignoro lugar hállase D. Federico García Lorca.—Firmado: Coronel Espinosa"

    Que bueno que el libro se encuentre en tu poder. Es un tesoro.

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